
En artículos anteriores hemos visto cómo los beneficios de la música se pueden recibir desde edades muy tempranas, incluso, desde el embarazo. Autores como A. Tomatis o D. Campbell, nos demuestran cómo a edades más tempranas, la música ejerce mejor todo su poder, nos hablan de su valor terapéutico, pedagógico y afectivo entre otros.
Para que un niño se inicie con la música le basta tener un entorno favorable, es decir, ver, escuchar, cantar y tocar en su vida cotidiana. Algo tan obvio como esto es aconsejable tenerlo en cuenta, pues a veces confundimos calidad y mejora educativa con actividades académicas añadidas que en este caso y en edades tan tempranas, podrían no ser tan beneficiosas (recordemos que un bebé aprende a través de sus referentes más cercanos y esa es su familia).
Un bebé de 0 a 3 años recibe información musical y la asimila asociándola a vivencias y actividades motrices fundamentales en su desarrollo. Tocará, bailará y cantará disfrutando con ello, creando así una base que le ayude a seguir disfrutando de ella.