sábado, 16 de agosto de 2014

Siete cosas que no sabías sobre los efectos de la música

1. Mejora el vocabulario. De acuerdo con una reciente revisión publicada en la revistaNature Reviews Neuroscience por Nina Kraus, de la Universidad Northwester (EE UU), durante el entrenamiento musical para tocar un instrumento se establecen conexiones neuronales que mejoran también otros aspectos de la comunicación humana. De ahí que los niños con formación musical tengan un mejor vocabulario y capacidad de lectura. También explica por qué los músicos son capaces de escuchar mejor una conversación cuando hay ruido de fondo que el común de los mortales. 

2. ¿Música de fondo? Tanto si reproducimos una canción de Lady Gaga como si optamos por un disco de música clásica, escuchar música mientras desarrollamos una tarea cognitiva -como estudiar o redactar un informe- reduce el rendimiento, según un artículo publicado hace poco en Applied Cognitive Psychology. Lo mejor en estos casos, dicen sus autores, es el silencio.

sábado, 9 de agosto de 2014

¿Murió Mozart por no tomar el sol?

El compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart podría haber vivido más tiempo si hubiera tomado más el sol, de acuerdo con un  estudio publicado en la revista Medical Problems of Performing Artists.

Mozart murió en 1791 cuando tenía sólo 35 años. Sobre su muerte se ha especulado mucho, pero fue enterrado tres días después de su muerte y nunca se realizó autopsia. William Grant, físico retirado de la NASA, y el investigador Stefan Pilz han encontrado una posible explicación a las frecuentes infecciones que sufría el popular músico: tenía

domingo, 3 de agosto de 2014

El esfuerzo cardiaco de un músico en un concierto es igual al de un deportista de élite

Una tesis doctoral demuestra que las pulsaciones de un instrumentista clásico son equiparables a las de un futbolista o un ciclista 62 músicos, muchos de la OSPA, participaron en el estudio
Para hacer música es preciso bombear mucha sangre. Tanta como para subir el Angliru o meterle un gol al Barça. Las clasificaciones tradicionales sobre el trabajo físico en función de la frecuencia cardiaca han considerado siempre que la profesión de músico requiere de un esfuerzo liviano, pero una tesis doctoral elaborada por la doctora Claudia Iñesta Mena (Llerena, Badajoz, 1959), médico de Atención Primaria en Gijón aunque especialista en Medicina Deportiva, ha echado por tierra esta teoría. 
Después de analizar a través de pulsómetros el esfuerzo cardiaco de 62 instrumentistas clásicos ha concluido que su trabajo es equiparable al de un deportista de élite. La media de pulsaciones se eleva a 136 durante un concierto (lo normal es entre 60 y 80), pero puede llegar en algún momento a las 200. Recurriendo a la catalogación Astrand y Rodahl de 1985, un clásico de la medicina laboral, su tarea es «extremadamente dura».
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