Componer música para un niñ@ es tan natural como bailar, dibujar o construir castillos de arena. El niño tan solo necesita disponer de la materia moldeable y contar con el estímulo y el espacio de libertad que le permita explorar y descubrir sus propias ideas. Muchas veces somos los adultos, los que con nuestras exigencias y expectativas, ponemos freno a la creatividad innata que el niño dispone como herramienta para descubrir el mundo que le rodea.
Aprender música, escucharla, interiorizarla para después ser expresada a través de un instrumento es una acción circular en cuyo centro se encuentra el alma de aquel que está aprendiendo. La música con sus estructuras y cualidades expresivas entra en el individuo para salir cargada de su esencia creativa. Discriminar, imitar, repetir, combinar, variar, imaginar y expresar son acciones que se desarrollan en una mente que se ve estimulada por la música. Así, este lenguaje sonoro vivo y moldeable, se va haciendo parte del mundo interior del niño que aprende música. Podríamos decir que el niño empieza a pensar e imaginar música y a expresar contenidos internos a través de ella.
Para que ese proceso de aprendizaje pueda ocurrir, la improvisación deberá tener un lugar central en la clase de instrumento. El acto creativo primero debe comenzar como una acción desestructurada, casi podríamos decir impulsiva, para que poco a poco al asimilarse elementos musicales nuevos, irse volviendo más compleja. Cuando el flujo espontáneo de la música improvisada queda fijado y aparece como un producto acabado, se ha convertido en composición.
Los niños pueden empezar a componer el primer día de clase ya que no es necesario ningún conocimiento previo ni hay que cumplir ningún requisito. A partir de que el niño es consciente de su imaginación juega un papel importante en la clase de instrumento que no solamente se trata de tocar música acabada e inventada por otros, se revelará día a día su potencial expresivo. Experimentará la música como proceso y no como producto, lo que le ayudará a comprenderla y asimilarla de la mejor manera. La música surge como un simple pálpito que cada individuo debe hacer suyo en el sencillo acto de la escucha y la expresión.
Artículo publicado en la revista Orff España por Marisa Pérez, profesora de pedagogía del instrumento en a ESMUC Barcelona y directora y profesora de piano de la EMM de Collado Mediano de Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario