lunes, 12 de mayo de 2014

Unas notas ayudan a otras

Alumnas de violín del colegio público La Patacona de Alboraia
durante una clase de música. /JOSÉ JORDÁN
Los niños y niñas de primaria que participan en el proyecto Amure están ya en la recta final de este experimento que pretende “verificar en qué medida la práctica del aprendizaje musical tiene efectos sobre el desarrollo cognitivo y el rendimiento académico”, así como sobre “las actitudes, la disciplina y los hábitos educativos”.
Si el experimento, coordinado por la Consejería de Educación y la Universitat de València, continúa es porque los resultados provisionales del primer curso han sido “esperanzadores”, en expresión cautelosa utilizada entre los implicados en el proyecto. Un 77,5% de los niños que reciben clases de música dentro del proyecto Amure mejora el rendimiento escolar, fue el dato que la consejera de Educación, María José Català, anticipó el jueves en el congreso nacional de conservatorios.
Esa mejora del conjunto piloto de 40 alumnos, que se produjo en solo un semestre, es un 15% superior al número de alumnos que mejoró en el grupo de control (otros 40) que no recibe clases musicales. La proporción de alumnos de este segundo grupo que mejoró el rendimiento fue de un 62%. Los datos del informe provisional que maneja Educación no son concluyentes, pero si indicativos, puesto que ya reflejan divergencias entre un grupo y otro. Aunque se refieren a un corto periodo de tiempo de exposición a la formación musical (el segundo y tercer trimestre del curso 2012-13), los efectos son “inmediatamente perceptibles en el ámbito actitudinal” y el efecto “sobre las calificaciones es progresivo”.
En cuanto a las notas, el grupo Amure experimentó una mejora global del 13,2 % en sus calificaciones, mientras que el grupo de control lo hizo en un 9,3%. De alguna manera, las notas musicales animan a las académicas. “Las asignaturas con índice de mejora son castellano, valenciano, educación artística y educación física”, en mayor medida estas últimas, explica el informe de resultados. En todas estas asignaturas, “la proporción de estudiantes que mejora es siempre superior” en el grupo que recibe clases de música, con diferencias que van del 5% hasta el 15%.
En matemáticas e inglés no se aprecia por ahora una variación significativa, pero el informe advierte que "los cambios cognitivos que requieren mejoría en estas áreas se producen a medio plazo, no de forma inminente". Aunque la comparación de las notas se hace entre la primera evaluación del curso (diciembre de 2012) y la última (junio de 2013), y los datos son claramente provisionales, hay "considerables indicios que apuntan a que la formación musical tiene efectos perceptibles sobre el rendimiento académico".
Esos indicios señalan también una mejoría en actitud hacia el aprendizaje, aumento de motivación y refuerzo de los hábitos de estudio y la disciplina, así como en la atención y la autoestima, según cuestionarios cumplimentados por docentes y familiares.
Para participar en el proyecto se seleccionaron 80 alumnos en riesgo de fracaso escolar de los colegios públicos La Patacona, de Alboraia (Valencia), Pare Català y Carles Salvador, ambos de Valencia capital. La mitad recibe dos horas semanales de clases de música en el centro, en grupos reducidos y, para evitar el absentismo, en horario de comedor. El profesorado procede de las escuelas de música del Centre Instructiu Musical de Benimaclet y la Societat Musical d’Alboraia. Para resultados concluyentes habrá que esperar a que acabe el presente curso y el grupo Econcult de la Universitat de València cierre la investigación.
El antecedente de Amure es la tesis de Carmen Reyes (2011), que analizaba cómo “los estudios en las escuelas de música de las sociedades musicales comportaban una mejora del proceso de aprendizaje de los alumnos” y “de su inteligencia en las diferentes áreas”. Pero la literatura científica valenciana al respecto es escasa. Hay profesores que señalan los beneficios de otras disciplinas, no solo la música, en el desarrollo de competencias y actitudes. Amure se apoya en la singularidad valenciana y su “extensa red de escuelas de música que cubre prácticamente toda la geografía”.

Juan Manuel Játiva El País

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