Un pianista cubano en concierto en el Festival de Jazz de Getxo. |
¿Qué ocurre en el cerebro de los músicos de jazz? Un grupo de científicos del Jonhs Hopkins lleva años tratando de averiguar qué se esconde detrás de la creatividad, la improvisación y la espontaneidad que definen este género musical. Parece que la clave está en cómo se procesa la música en sus cerebros, algo similar a como lo hace el lenguaje. Para estas personas, improvisar en las notas es parecido a la conversación que mantenemos todos con otro interlocutor, que va variando en función de lo que el otro nos dice.
Hace algunos años pudieron comprobar que si estos profesionales consiguen interpretar en directo, improvisar durante horas y embaucar con su esencia al público espectador es, entre otras razones, porque,mientras tocan desactivan las regiones cerebrales asociadas con la inhibición y la autocensura.
Ahora, el mismo equipo de expertos ha descubierto que las áreas cerebrales que "se activan en los músicos de jazz son las que tradicionalmente se relacionan con el lenguaje y la sintaxis oral", utilizada para interpretar la estructura de las frases. Sin embargo, durante este acto de creatividad artística "se cierran las zonas del cerebro vinculadas con la semántica" (útil para procesar el significado del lenguaje hablado). Así lo explica Charles Limb, uno de los autores del estudio, que acaba de ser publicado en la revista PLoS ONE.
A través de resonancia magnética funcional, Limb y su equipo reatrearon la actividad cerebral de once músicos de jazz (entre 25 y 56 años) que participaban en un acto denominado 'tranding fours', en la jerga del jazz, una práctica que consiste en alternar solos de cuatro compases entre los solistas. "Requiere de una enorme creatividad e improvisación", apuntan los autores. En estas actuaciones, "los músicos introducen nuevas melodías en respuesta a las ideas musicales de los otros participantes, las elaboran y las modifican en el transcurso del acto", en directo.
Durante el evento, de unos 10 minutos por sesión, cada uno de los músicos se posicionaba boca arriba en el interior de una máquina de IRM (imagen por resonancia magnética), con un teclado de piano de plático en su regazo. Gracias a dos espejos estratégicamente situados, el participante podía ver la colocación de sus dedos en el teclado, que fue especialmente diseñado para este trabajo. "No tenía piezas de metal, para evitar la atracción con el imán de la resonancia magnética.
Así fue como "vimos que la improvisación de los músicos activaba áreas del cerebro implicadas en la sintaxis, conocidas como el giro frontal inferior y el giro temporal superior. Por el contrario, "se desactivaban estructuras cerebrales relacionadas con el procesamiento semántico, llamadas giro angular y giro supramarginal".
Es decir, que las regiones cerebrales implicadas en la sintaxis no se limitan al lenguaje hablado. Más bien, asegura Limb, profesor asociado del departamento de Otorrinolaringología de la Universidad Johns Hopkins, "lo que ocurre es que el cerebro usa las áreas de la sintaxis para procesar la comunicación en general, ya sea mediante el lenguaje o la música.
Limb, que también es músico, asegura que el hallazgo de esta investigación arroja más luz sobre la compleja relación entre la música y el lenguaje. Hasta la fecha, "los estudios que analizan cómo el cerebro procesa la comunicación auditiva entre dos individuos lo hacen sólo en un contexto de lenguaje hablado". Una realidad parcial. "El jazz nos permite investigar la base neurológica de la comunicación interactiva que se produce fuera de una conversación convencional".
Con este estudio "queda claro que no hay diferencias importantes entre la manera en la que el cerebro procesa el significado del lenguaje y la música", relatan los autores en su artículo. Concretamente, "se trata de un proceso sintáctico, no semántico y esa es la clave para este tipo de comunicación musical".
Cuando los músicos de jazz parecen perdidos en este tipo de actuaciones de improvisación, "simplemente están esperando su turno. Están utilizando las áreas sintácticas de su cerebro para procesar lo que están escuchando y responder así (cuando sea su turno) con una serie de nuevas notas que ni han compuesto ni han interpretado nunca antes", señala el artículo. Es la magia de la improvisación y la creatividad del jazz.
Laura Tardón
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