miércoles, 25 de diciembre de 2013

Cómo hacer de la ansiedad al tocar una ventaja en vez de un problema

A menudo nos hacen creer que estar “nervioso” es malo. De hecho, la mayoría de consejos que he escuchado están dirigidos a reducir la ansiedad. En todos estos años hice de todo para deshacerme de las sensaciones desagradables asociadas con la ansiedad al tocar. Ensayé comiendo bananas, tomando té de manzanilla, imaginándome el público en ropa interior, privándome de sueño, practicando más, tomando varios suplementos e incluso tratando de convencerme a mismo que no importaba cómo tocaba. Nada de esto, por supuesto, hizo desaparecer la ansiedad o me ayudó a mejorar mi manera de tocar. 
De acuerdo con mi experiencia al trabajar con el psicólogo deportivo Dr. Don Greene cuando era estudiante de posgrado en Julliard y de mi propia experiencia como estudiante de doctorado en psicología de la interpretación musical, llegué a la conclusión de que la ansiedad misma no es el problema. El problema es que la mayoría de nosotros nunca aprendió a usar la adrenalina a nuestro favor. Al decirle a nuestros estudiantes o a nosotros mismo “solo relájate”, en realidad estamos haciendo un mal al confirmar implícitamente que la ansiedad que sentimos es mala y que le debemos temer. Aprendí a acoger la sensación de adrenalina y a usar esa energía para impulsar mis recitales y para tocar con más libertad, más convicción y más confianza de la que jamás pensé. 
La gran pregunta, por supuesto, es ¿cómo convertir la ansiedad de un problema a una ventaja? Antes de hablar sobre esto, necesitamos entender primero qué pasa cuando nuestra mente está bajo situaciones de estrés. 

Cerebro Derecho vs. Cerebro Izquierdo

Nuestros cerebros tienen dos regiones básicas – hemisferio derecho y hemisferio izquierdo. Es cierto que decir que los hemisferios derecho e izquierdo son totalmente independientes es una sobre simplificación de la inmensa complejidad de nuestro cerebro, sin embargo es un modelo muy efectivo para entender los estados mentales óptimos para tocar un instrumento musical. 
El hemisferio izquierdo del cerebro se encarga de las palabras, los números, la lógica, el análisis, el criticismo y el juicio. El hemisferio derecho a su vez se encarga de los sonidos, las imágenes, los patrones, las funciones quinestésicas y sensoriales, la emociones, el “panorama general”, la libre asociación y la creatividad. 
De acuerdo a esta información, ¿qué modelo de pensamiento parece ser el más apropiado para una práctica efectiva? ¿Respondió el hemisferio izquierdo? ¡Correcto! Ahora, ¿cual parece ser el más efectivo para presentaciones que sean artísticas, inspiradoras y dinámicas? Hemisferio derecho ¡Exactamente! Desafortunadamente, muchas veces hacemos lo opuesto. En el salón de práctica, tenemos la tendencia a practicar descuidadamente, repitiendo pasajes una y otra vez hasta que suenen mejor, corrigiendo algunas cosas, pero haciéndolo inconscientemente. No obstante, tan pronto como nos subimos al escenario, nuestro hemisferio izquierdo nos inunda con pensamientos sobre analíticos, con críticas, con planeación excesiva y con muchas cosas más que sólo sirven para preocuparnos con detalles técnicos y nos causan inhabilidad para tocar tan libre y automáticamente como somos capaces. ¿Está familiarizado con el término “parálisis por análisis”? Esto es exactamente lo que pasa cuando nos damos cuenta que nuestros movimientos y nuestro sonido están siendo evaluados por otros. Lo contrario a este estado de parálisis se denomina comúnmente como “flow” o “la zona” donde todo parece funcionar perfectamente y nuestra manera de tocar es fácil, libre y sin esfuerzo. ¿Cómo pasamos de pensar con el hemisferio izquierdo a pensar con el hemisferio derecho y meternos en “la zona”? Una herramienta muy efectiva se conoce como centering.
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